El cerebro no es el único órgano que dirige nuestras conductas y respuestas emocionales

¿Cuántas veces hemos utilizado expresiones como “algo nos produce un nudo en el estómago”, aludiendo a una situación de tensión emocional o “se nos amarga el día” tras un disgusto o incluso que “sentimos mariposas en el estómago” cuando estamos enamorados? Pero ¿qué relación tiene nuestro sistema digestivo con las emociones?

El intestino no solo condiciona nuestra salud digestiva sino también nuestras emociones y salud mental. De hecho, cada vez más especialista se refieren a este órgano como el “segundo cerebro” que, de forma totalmente autónoma al sistema nervioso central, dirige algunas de nuestras conductas y respuestas emocionales. Esta relación intestino-mente se lleva viendo desde hace años tanto en investigación básica, donde se ha visto que problemas intestinales son la causa de algunos cuadros de ansiedad o depresión, como en la práctica clínica donde enfermedades intestinales han dado lugar a patologías del sistema nervioso.

Aunque el cerebro y el intestino parecen ser órganos completamente diferentes, tienen muchas cosas en común como que las bacterias que habitan en el intestino también producen neurotransmisores como la serotonina, comúnmente conocida como la hormona de la felicidad, o que generen gran cantidad de moléculas que provocan cambios en el funcionamiento del cerebro, o incluso que ambos órganos presenten los mismos receptores nerviosos.

Partiendo de la hipótesis de que hay una posible relación causa-efecto entre las bacterias que habitan en el intestino y lo que ocurre en nuestro cerebro, el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona ha puesto en marcha un estudio llamado DISCOvERIE (Desarrollo, diagnóstico y prevención de enfermedades somáticas y trastornos mentales relacionados con el género en el síndrome de intestino irritable en Europa) que tiene como objetivo demostrar el vínculo que existe entre enfermedades intestinales, como el síndrome del intestino irritable (SII), y los trastornos mentales como la depresión o la ansiedad y somáticos como la fibromialgia o el síndrome de fatiga crónica.

El SII es un trastorno gastrointestinal crónico que se caracteriza por dolor abdominal recurrente, diarrea o estreñimiento, exceso de gases e intolerancias alimentarias y que se observa principalmente en mujeres jóvenes y de mediana edad. En Europa, afecta a 85 millones de personas, es decir un 10% de la población adulta, de las cuales entre el 25-44% también se ven afectados por trastornos mentales, como la ansiedad y la depresión, y entre el 14-32% por otras patologías como la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica.

En el estudio participaran 800 personas de las cuales 500 serán monitorizadas durante un periodo de tres años con el objeto de identificar los factores y mecanismos que puedan influir de forma determinante en la aparición de trastornos mentales y somáticos. El perfil del paciente seleccionado para el proyecto es el de una mujer de entre 20 y 45 años, que se encuentra en edad reproductiva, con hijos, y con problemas laborales. Se realizarán analísticas de la microbiota para obtener información del estado del intestino, así como una monitorización de las constantes vitales (ritmo y frecuencia cardíacas…) a través de unas pulseras dotadas de sensores. Además, se obtendrá información a través de una app que diariamente les preguntará sobre sus hábitos alimenticios, calidad del sueño, cansancio…

Este proyecto pretende comprobar si la microbiota tiene alguna influencia en el estado mental y, de esta forma, poder determinar el origen común de estas enfermedades y facilitar el desarrollo de enfoques más personalizados para mejorar la prevención, pronóstico, diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades.

Fuente: Vall d’Hebron lidera un proyecto que beneficiará 50 millones de europeos con enfermedades intestinales y trastornos mentales